El Euribor es una palabra fundamental en nuestras vidas, aunque no siempre se sabe bien en qué consiste. Eso sí: más o menos todos tenemos claro que cuanto más bajo, mejor. En este artículo te explicamos qué es el Euribor exactamente, dónde nos topamos con él, qué consecuencias tiene y qué alternativas de financiación existen para quienes quieren evitarlo.
El Euribor en realidad es un acrónimo de Euro Interbank Offered Rate y es un índice que nos dice cuál es el tipo de interés promedio que asumen a la hora de prestarse dinero entre sí los 26 bancos principales de Europa, con algún ‘invitado’ extracomunitario. Es por tanto un buen valor para hacernos a la idea de a qué precio están prestando los bancos, y de hecho es aceptado por todas las entidades bancarias como índice de referencia.
Por tanto, cabe señalar que es un tipo de interés de mercado, no público, puesto que no lo establece el Banco Central Europeo, sino que se fija por la acción de bancos privados. Esta aclaración es importante, como veremos más abajo en este artículo.
A qué préstamos se aplica el Euribor
El concepto de Euribor está asociado, casi indisolublemente, a las hipotecas. Todavía hoy, la forma más común (y a menudo más barata) de establecer el tipo de interés de un crédito hipotecario es calculando el Euribor + un diferencial: 1%, 2% o lo que quiera el banco. Es lo que se llama el tipo de interés variable, porque no todos los meses ni todos los años es el mismo, pues depende de cuál es la tasa del Euribor: en julio de 2008 alcanzó cimas históricas (5,3%) mientras que a mediados de 2015 alcanzó mínimos históricos, en torno al 0,16%.
Sin embargo, el Euribor también es el índice de referencia para otros muchos créditos. En realidad, cualquier préstamo que realice una entidad bancaria puede y suele estar sujeto a Euribor, al que se le aplica un diferencial. Los créditos empresariales, incluidos los que se conceden a través del ICO, están entre ellos.
También los préstamos personales suelen tomar el Euribor como referencia. Y aquí, los tipos de interés variables pueden adoptar muchas variantes diferentes. Por ejemplo, con un tipo fijo el primer año y variable a partir del segundo, con el citado sistema de Euribor + diferencial.
Desventajas del Euribor
Varios son los motivos por los que le podemos tener cierto respeto al Euribor. El primero de ellos es que se trata de un índice muy variable e impredecible. En los años de la crisis, se mantuvo en porcentajes muy bajos, pero ningún experto tiene la clave para saber si rebotará con fuerza o seguirá con una tendencia a la baja. Y estas subidas o bajadas se pueden dar a menudo de manera rápida y repentina, con cambios bruscos en cuestión de meses, como ocurrió en el segundo semestre de 2012 tras alcanzar el mencionado máximo histórico.
Otro tema que preocupa a muchos sectores de la sociedad es la opacidad que hay en el proceso de cálculo del Euribor. De hecho, algunas asociaciones hablan de manipulación del índice en función de los intereses de los grandes bancos, y la Comisión Europea ya ha establecido multas millonarias a algunas de las entidades participantes en ese cálculo por prácticas irregulares al respecto.
Por otro lado, una crítica que se establece a este método es mantener el Euribor bajo puede ser un engaño subliminal, pues el tipo de interés final se encarece a menudo con diferenciales altos. De hecho, es precisamente en los préstamos personales de las entidades bancarias tradicionales donde el Euribor suele estar más alto, con tasas de Euribor + 10% o más.
Alternativas a créditos con Euribor
Ahora que ya sabemos qué es el Euribor y cuáles son sus desventajas, es el momento de conocer las alternativas. Porque las hay. Una de ellas es la de los créditos con tipo de interés fijo. Y lo empezamos a ver cada vez más en las hipotecas: esta opción de financiación solía ser la más cara, pero la oferta por parte de los bancos se está ampliando y su precio, rebajando cada vez más.
La opción de los prestamistas privados está ahí, pero ya hemos explicado en otros artículos sus inconvenientes: menos fiabilidad por las escasas referencias que se pueden conocer de ellos y su a veces desmedido ánimo de lucro, que implica unos intereses y comisiones realmente altos.
Si lo que se busca es financiación a corto plazo y por cantidades moderadas, los préstamos online inmediatos como los de Credy son una opción interesante, quizá no para grandes inversiones pero sí para gastos imprevistos: sus tipos de interés no fluctúan como lo puede hacer el Euribor y el acceso a ellos es prácticamente universal, a diferencia de los créditos bancarios que están sujetos a estudio y eso hace que muchas personas no puedan acceder a los créditos rápidos sin nómina.